Lo que el tiempo se llevó, mi corazón lo guardó

Cada día una aplicación me envía fotografías del recuerdo: de momentos importantes, viajes, clausuras de colegios y cumpleaños, entre otras actividades. Y cada vez que las veo me pregunto a qué hora crecieron mis hijos. Ya no hay Barney, Barbies, carritos ni legos. Se acabaron las clausuras y los actos del Día de la Madre. No hay más disfraces que hacer ni maquetas que inventar. Un conductor de Uber se hubiese quedado corto con los mandados que yo debía de hacer, y qué decir de los momentos en que había que salir a las 8 de la noche esperando encontrar un lugar abierto para comprar una cartulina, la cual había sido solicitada por el maestro hace semanas.

Bien dicen que recordar es volver a vivir. Y esta frase es muy cierta. Al escribir estas palabras volví a experimentar todas las emociones que sentí todos los años de crecimiento de mis dos hijos: desde la alegría, la satisfacción y la emoción hasta la frustración, el enojo, la tristeza y muchas más. Lo que quiero decirte con esto es que en mi corazón está guardado cada momento que viví con mis hijos: desde los buenos hasta los no muy buenos.

Había días en donde me preguntaba a qué horas iban a crecer, estaba cansada, necesitaba un tiempo para mí sola. O la clásica: “Es la décima vez que veo esa película infantil”. Si te abro mi corazón llego un momento que ya no lo hacía con gozo ni con ganas, y eso hacia que fuera menos tolerante e irritada con mis hijos.

Todo cambió cuando me di cuenta de que en algún momento ellos iban a crecer, que yo necesitaba cambiar mi actitud, que por más que renegara —aclaro que no era todo el tiempo que me sentía así—, igual tenía que hacerlo. Y fue ahí donde recordé la cita de Eclesiastés 3:1 (TLA): “En esta vida todo tiene su momento; hay un tiempo para todo”. Me propuse gozar cada momento con ellos y guardar buenas memorias no solo en mi corazón, sino en el de mis hijos.

Hoy en día mis hijos tienen 19 y 16 años y ya hacen sus planes. Uno de ellos ya maneja y ya no soy su chofer. Para serles sincera siento un descanso, pero extraño esas conversaciones con ellos en el carro. Mi hija ya decide qué ropa comprar, ya no se la compro yo.

No sé en qué etapa están tus hijos, pero si están pequeños, ánimo porque este es tu momento para crear memorias en ellos hijos; y si ya son adolescentes aprende a darles su espacio y a entenderlos. Es una etapa, ya pasará. Así como dice el escritor Jorge Bucay: “El tiempo que se disfruta es el verdadero tiempo vivido”.

Vanessa de Benecke