La negación

Negación, según el diccionario “consiste en la invalidación de una parte de información desagradable o no deseada y en vivir la propia vida como si aquella no existiera”.

La negación, según Wikipedia “es un mecanismo de defensa que consiste en enfrentarse a los conflictos negando su existencia o su relación o relevancia con el sujeto. Se rechazan aquellos aspectos de la realidad que se consideran desagradables”.

En principio es un mecanismo que nos permite permanecer de pie ante un conflicto que nos produce un gran impacto emocional, pero no es recomendable vivir en negación todo el tiempo, sino al principio; y después hay que buscar ayuda para afrontar y solucionar el conflicto.

Si en el matrimonio hay conflictos que no se quieren ver o que no se quieren aceptar, y no se les pone atención o no se enfrentan o no se abordan, eso es vivir en negación.

Es la existencia de un elefante rosado en la sala que la pareja no quiere ver, para evitar más conflictos, por temor al rechazo, al abandono o a la separación o por temor al qué dirán y guardar las apariencias.

Vivir en negación es tóxico y con el tiempo hace más daño que el conflicto mismo. Causa severos daños emocionales que también resultan afectando a los hijos, a quienes por definición decimos que los cuidamos y los protegemos, pero en realidad los dañamos.

Dios se agrada con que vivamos en matrimonio, pero no está de acuerdo en que vivamos haciéndonos daño en pareja, viviendo de una forma carnal.

Ahora yo te pregunto si te animas a hacer un listado de los hábitos, actitudes o circunstancias que están causando conflicto en tu matrimonio; pero me refiero a los tuyos, no a los de tu cónyuge.

Aunque por supuesto sería genial que ambos estuvieran abiertos y dispuestos a hacer el listado con el corazón abierto, y así se puede cumplir lo que dice Juan 8:32 (RVR1960): “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”.

¿Te imaginas los dos sentados en una mesa, cada uno haciendo su propio listado y estar dispuestos a ver la verdad en vivo y a todo color, y declarar con base en la Palabra de Dios que quieren ser libres?

Por supuesto es recomendable orientación con líderes espirituales y ayuda psicológica con profesionales en terapia conyugal.

¡Y sí se puede! Nosotros damos fe porque lo vivimos en carne propia y no es un suceso, sino un proceso para mejorar la relación y la comunicación, y experimentar paz de esa que sobrepasa todo entendimiento. Y como dice Eclesiastés 4:12 (TLA): “Una sola persona puede ser vencida, pero dos ya pueden defenderse; y si tres unen sus fuerzas, ya no es fácil derrotarlas”.

Lo contrario a negación es aceptar, así que, si aceptamos que hay cosas que no están bien ni correctas en la relación de pareja, ese es el primer paso en el camino a la restauración; pero no es el único y espero más adelante continuar con los siguientes pasos.

Mientras tanto, te recomiendo evocar la oración de la serenidad para esos instantes de ira: “Dios, concédeme serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, y valor para cambiar las que sí puedo, y sabiduría para discernir la diferencia”.

Donaldo Ruíz
Líder en la Red de matrimonios Jóvenes de Casa de Dios