Elegir es renunciar

Mira lo que dice Génesis 2:24 (Reina-Valera, 1960): “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”. Ves lo que dice: “dejará”, y esto es renunciar; y dice: “se unirá”, y esto es elegir.

O acaso se refiera a estos dichos que hemos escuchado entre hombres: “Ahora te manda tu mujer”; o “Ya le encontraste dueño a tus ingresos”; o “Casado, pero no capado”; o “La casada es mi mujer”; y que en estos tiempos algunos también aplicarían para muchas mujeres. ¿Qué piensas al respecto?

Provocan risa coloquial, pero irónicamente muchos nos comprometemos al matrimonio, damos el sí al recital de obligaciones para los hombres y los derechos de las mujeres en el matrimonio civil y decimos sí a apoyarnos en todo y en todo momento en el matrimonio religioso, pero en la vida real regularmente no es así.

¿A qué le invertimos más tiempo entre la fecha de compromiso y la fecha del matrimonio? Por supuesto que a la organización del evento y a la celebración, tomando en cuenta todos los detalles, incluso a la apariencia física, enfocándonos en el peso y en las medidas porque las fotos y el video son para el recuerdo, para mostrar a los hijos y más adelante a los nietos.

Pero en realidad el matrimonio es renunciar porque de lo contrario no se puede elegir. Es parte de una de las leyes de la dialéctica sobre la unidad y lucha de contrarios, que no pueden estar separados.

Y aquí radican muchos de los males del matrimonio: no queremos renunciar. ¿Y entonces qué estamos eligiendo?

No se quiere renunciar a la vida de solteros porque si antes le tenías que rendir cuentas a tus padres, ahora le tienes que rendir cuentas a tu cónyuge. Es cierto: tus ingresos mensuales ya no te pertenecen porque le pertenecen al matrimonio en 100%. Se acabó el aporte de una parte si en dado caso aportabas en casa de tus papás o si no quieres que tus papás se involucren en tu matrimonio debes ser independiente en lo financiero y en lo económico.

Si tienes problemas o vicisitudes ya no buscas en primera instancia a tus papás o amigos, ahora buscas a tu cónyuge; y si tienes problemas con tu cónyuge, tampoco buscas a tus papás porque no necesitas adeptos para tu causa que tomen partido. Ahora recurres por ayuda espiritual o psicológica. De lo contrario, a los días la pareja se reconcilia y los papás pierden la relación con el yerno o la nuera y de aquí en adelante será cuesta arriba.

Como puedes ver son algunos pincelazos sin profundizar y, por supuesto, tú y yo sabemos que hay más. No solo se trata de asistir o de servir en la iglesia, sino de, como dice Gálatas 5:16-24, de vivir como alguien que ha renunciado a los frutos de la carne y ha elegido hacer vida en los frutos del espíritu. Recuerda es un día a la vez.

Por Donaldo Ruiz