“Vagabundos” con techo

Hace poco estuve de viaje con mi familia y me impactó la cantidad de personas sin hogar que vimos en la calle. Un día antes de regresarnos preparé algunas hamburguesas para repartirlas y de esta forma mostrar un poco de empatía y solidaridad. Vimos a una persona que estaba sacando comida de la basura y que un sorbo de una bebida que encontró allí. Ricardo, mi esposo, corrió a ofrecerle comida; pero él le dijo que no, de forma brusca. Ese mismo día encontramos a una mujer a quien le ofrecimos una de las hamburguesas destinadas para regalarlas y su respuesta fue: “soy vegetariana”.

Como lector podrías estar igual de confundido que nosotros: ¿cómo es posible que personas con hambre no acepten la ayuda que se les está ofreciendo? No sé si era orgullo o falta de agradecimiento. No lo sé.

Ahora bien, me puse a meditar sobre si ellos eran hijos de alguien. ¿Qué estarán pensando los papás? ¿Los habrán dado por muertos? ¿Sabrán que están viviendo en la calle? Eso tocó mi corazón porque yo, como madre, de ninguna forma quisiera que mis hijos vivieran en esa situación.

Wikipedia se refiere a vagabundo como una persona que anda errante de una parte a otra, o que se mueve continuamente sin tener oficio ni beneficio ni domicilio determinado. Como padres debemos procurar formar, educar y enseñar a nuestros hijos a ser independientes y a luchar por lo que quieren. Debemos enseñarles límites, principios y valores para que no haya “vagabundos” viviendo bajo nuestro techo: sin sueños, sin responsabilidades y sin las capacidades para sobrevivir como adultos en una sociedad cada vez más competitiva.

¿Qué hace un padre sobreprotector? No deja que sus hijos aprendan a resolver por sí mismos los problemas o a hacerles frente a las consecuencias de sus actos. Un ejemplo personal: durante algún tiempo, uno de mis hijos olvidó en varias ocasiones la tarea en casa. ¿Qué hacía yo? Regresaba a recogerla y llegábamos tarde al colegio; o pedía favor a la coordinadora que me permitiera írsela a dejar… hasta que un día medité que no estaba haciendo lo correcto. No estaba enseñándole el sentido de la responsabilidad y a asumir consecuencias. En ese momento podía ser una mala nota escolar, pero en un futuro podría tratarse de la pérdida de un contrato laboral o de un despido por irresponsable, para luego buscar a quién culpar de sus errores.

Hay una etapa en donde nuestro trabajo como padres consiste sembrar y sembrar; y puede llegar a ser un tiempo cansado porque no siempre veremos una cosecha inmediata. Gálatas 6:9 dice: “Así que no nos cansemos de hacer el bien porque, si seguimos haciéndolo, Dios nos premiará a su debido tiempo”. Así que te animo a que sigas sembrando en tus hijos porque seguramente tendrás la cosecha. Si nosotros como padres hemos sembrado una buena semilla en nuestros hijos, lo más probable es que esa semilla de frutos en algún momento de su vida; no obstante, debemos asegurarnos de que esa semilla venga de la mano del Señor y sea conforme a lo que Su Palabra nos enseña.

Vanessa de Benecke
Cabeza de red
Red de matrimonios jóvenes – Casa de Dios