Sueños versus planes
Todo plan comienza con un sueño. Esta frase es totalmente cierta, pero un sueño por sí mismo no puede convertirse en un proyecto a menos que lo traigamos del mundo de los pensamientos al mundo de la realidad. Con esto quiero decir que no es lo mismo tener un sueño que tener un plan. Si todo plan comienza con un sueño, entonces podríamos decir que todo logro comienza con un plan.
Muchas de las grandes empresas que hoy existen nacieron a partir de un sueño. Lo interesante es que estas iniciativas no se quedaron únicamente en sueños, sino que por medio de una planificación efectiva esos sueños se convirtieron en una realidad que hoy todos pueden ver.
Está claro que Dios es quien nos da la capacidad de soñar. Todos los seres humanos nacemos con esa habilidad; por ejemplo, ¿te recuerdas cuando eras niño? ¿Qué querías ser cuando fueras grande? Algunos soñaron con ser bomberos, médicos, aviadores o posiblemente con tener la misma profesión que tenían sus padres.
Dios nos dejó la capacidad de soñar para ser creativos e inventar. De hecho, somos creativos porque es uno de los rasgos genéticos que Dios nos regaló porque Él es un creador. Dios nos dio la capacidad de soñar porque soñar es hablar en futuro y es el punto de partida para que puedas utilizar tu fe creyendo que algo que solo existe en tu mente pueda existir en la realidad; por eso yo siempre digo que si pierdes tu capacidad de soñar perderás también tu capacidad de creer.
Permíteme darte un consejo: cuéntale tus sueños a otro soñador. Casi siempre las personas que te dicen que no lo vas a lograr son aquellas que nunca han logrado nada en su vida.
Al final el objetivo es aclarar que no es lo mismo tener un sueño que tener un plan. De hecho, el plan es la herramienta que nos sirve para medir qué tan comprometidos estamos con nuestros sueños. Hacer un plan es el primer paso que debemos dar para convertir un sueño en realidad.
Salmos 37:5 (TLA): Pon tu vida y tus planes en Sus manos, confía plenamente en El, y El actuará en tu favor.
Aun cuando Dios nos da la capacidad para soñar, lo que Él bendice son los planes y no los sueños. Me acuerdo cuando estaba soñando con abrir mi empresa, yo hablé con Dios y le pedí que Él pudiera bendecir mis planes. Sentí en mi corazón cuando Dios me habló y me dijo: “Yo los bendeciré, pero necesito que me muestres tus planes”. Yo no había realizado un plan, solo tenía en mi mente aquello que quería emprender y entendí que tenía tomar un tiempo para elaborar un plan que fuera sencillo pero efectivo para lograr mi meta.
Todavía tengo en mi computadora el archivo de la hoja de cálculo donde realicé un pequeño plan de nueve tareas, las cuales realicé en los tiempos que me había comprometido en ejecutarlas.
Es importante que elabores un plan sencillo y práctico que te ayude a definir un camino y un tiempo para alcanzar todo aquello que te propongas.
Proverbios 16:9 DHH: Al hombre le toca hacer planes, y al Señor dirigir sus pasos.
Este versículo nos deja muy claro de quién es la responsabilidad de hacer los planes. Dios necesita que hagamos un plan para mostrarnos el camino que debemos andar para hacerlo realidad. En otras palabras, Dios no te va a mostrar el “cómo” a menos que le muestres el “qué”.
Los pilotos de un avión no pueden despegar hacia su destino si primero no presentan a los controladores aéreos del aeropuerto lo que llaman “Plan de vuelo”. Este es un documento donde se registra, entre otras cosas, lo siguiente:
- El aeropuerto origen y el aeropuerto destino
- Altitud a la que viajarán
- Velocidad
- Ruta que tomarán
- Cantidad de pasajeros y tripulación
- Peso de la aeronave (incluyendo combustible, pasajeros y carga).
Cuando los pilotos del avión elaboran este plan y se los aprueban en la torre de control, entonces podrán emprender el viaje que los llevará a su destino.
Quiero que hoy te veas como el capitán de la aeronave de todo aquello que quieres emprender. Algo algo importante que debes hacer es un plan de vuelo que te servirá para llegar con éxito y de forma segura a tu destino.
David García