Lo más importante en el matrimonio no es comenzar bien, sino terminar bien
En 2 Timoteo 4:6 el apóstol Pablo nos indica lo siguiente: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe”.
Lo más importante en la vida de un cristiano comprometido no es iniciar la carrera, sino terminarla. En la Biblia podemos ver ejemplos de hombres que iniciaron muy bien, pero que terminaron mal.
Sansón: inició con un llamado anunciado por ángeles desde antes de su nacimiento y por su desobediencia terminó preso, sin ojos, como el bufón de los filisteos, muriendo aplastado junto a ellos. Claro: su fe al final lo justificó, pero seguramente no era el final que Dios tenía para él.
Saúl: fue llamado por Dios, ungido por el profeta Samuel como primer rey de Israel y profetizó junto con otros profetas; pero su desobediencia lo llevó a tratar de suicidarse y terminar muerto en manos de su escudero.
Podemos mencionar muchos ejemplos más, como Giezi, Ananías, Safira, Judas, etcétera. Pero incluso ahora en nuestros tiempos se repite la misma historia y hay ejemplos de vida que nos muestran que no es suficiente con iniciar:
Charles Templeton: un gran evangelista del siglo XX, muy reconocido. Pocos años después terminó diciendo que no era cristiano y dejó el ministerio, escribiendo un libro titulado Por qué no creo en Dios.
Bron Clifford: otro evangelista destacado de mediados del siglo XX, quien, debido al alcohol, terminó perdiendo su familia, su ministerio y su vida a causa de una cirrosis.
¿Cuántos cristianos conoces que inician y luego por cualquier circunstancia dejan la carrera que comenzaron?
Ahora bien, lo mismo pasa con los matrimonios. Delante de Dios en el altar hacen juramentos y un pacto de vivir juntos en medio de cualquier buena o mala circunstancia, y cuando llegan los primeros problemas dejan tirado el compromiso, las promesas y el pacto hecho delante de Dios, dejando heridas en ambos, en los hijos, en las familias, en los amigos y en los ministerios.
El matrimonio es tan importante que Dios lo compara con Cristo y la Iglesia, por lo tanto, debemos dar la vida por nuestro conyuge y terminar la carrera como Cristo la terminó en la cruz del Calvario: sacrificándose por Su Iglesia.
No es suficiente iniciar un matrimonio: también hay que terminarlo conforme a la voluntad de Dios.
Filipenses 1:6 dice: “Estando persuadido de esto, que el que comenzó en nosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”.
Abner Urizar
Líder de matrimonios
Casa de Dios