La túnica de colores

La historia de José “el soñador” cuenta que Jacobo lo amaba más que a todos sus hijos y le hizo una túnica de diversos colores, lo que significaba una posición de favor, es decir, él era el hijo que recibiría la primogenitura. Jacobo, me imagino, nunca pensó que un acto de amor provocaría celos y envidias entre sus hijos. Según cuenta la historia, los hermanos vendieron a José como esclavo. ¿Te recuerdas de toda la historia?

Como padres no nos cabe en la cabeza tener hijos favoritos, pero muchas veces lo hacemos de una manera inconsciente. ¿Como así, Vane? Lo hacemos cuando comparamos a nuestros hijos con la intención de que mejoren, ya sea en sus notas o en su conducta. Utilizamos frases como: “Deberías ser como tu hermano que saca buenas notas”, “Deberías de arreglarte como tu hermana”.  Es allí cuando se crea un ambiente de competencia entre los hermanos, puede durar toda la vida.                                                                                                                

En el programa de televisión Succession, el 51% de estos adultos dice tener una relación competitiva con sus hermanos que perdura en el tiempo. Esa competencia es prácticamente por todo, desde la herencia hasta quién es el anfitrión de las reuniones familiares. Es la peor pesadilla de los padres el que sus hijos no consigan entenderse. Puede que no logren congeniar o no sean capaces de compartir juegos, pero la situación empeora aún más si los hermanos se pelean, se pegan o se insultan constantemente.

¿Qué podemos hacer para crear un ambiente de paz y armonía en la casa?

Como madre de dos hijos, he procurado darle su lugar y valor a cada uno. Son tan distintos no solo por ser hombre y mujer, sino que en sus temperamentos también. He aprendido a conocerlos y sobre todo a aceptarlos con sus fortalezas y debilidades. Procuremos validar a nuestros hijos. Toma un tiempo especial con cada uno, celebren los triunfos para que aprendan a alegrarse por su hermano. Enseñemos empatía y compañerismo.

De pequeña arreglaba los problemas con mis hermanos pegándoles o insultándolos; esa fue la manera que creía que los problemas se resolvían. Cuando tuve a mis hijos, una de mis metas fue que ellos se amen y crezcan en un ambiente sano. Como toda familia hemos tenido nuestros desaciertos, pero si algo procuramos enseñarles es que entre ellos debe existir el respeto. No es fácil, hubo unas ocasiones en donde sucedió un intercambio de golpes, pero les pusimos un alto y se les enseño a arreglar las diferencias comunicándose. Hoy llevan una muy buena relación, son cómplices y los oigo en la noche platicar y reírse a carcajadas. Mi sugerencia de hoy: procura tener suficiente tela para darle una túnica de colores a cada hijo.

Por Vanessa de Benecke