Dos mujeres, un camino

Las fotos son las memorias que toda familia guarda. Tengo el recuerdo, de cuando fui niña, de ir a la casa de Ana, una familiar, y sentarme por horas a ver los álbumes. Algo llamaba mi atención, había fotos que tenían la cara cortada de una persona de la tercera edad. En todas las imágenes era así, solo aparecía su cuerpo. Al preguntar quién era, mi sorpresa fue que era la suegra de Ana. Ellas tenían una mala relación, los problemas iban desde criticar a Ana por su color de piel hasta cocinarle con chile porque era alérgica. Crecí oyendo como esos problemas afectaron la relación matrimonial; su esposo nunca pudo poner límites y hoy todavía le reprocha que nunca le dio su lugar.

Historias como la anterior son muy comunes, muchas de ellas terminan en divorcio. Todas las que somos mamás, especialmente de un hijo hombre, creemos que no hay una mujer que alcance nuestras expectativas. Cuando ellos encuentran a esa mujer con la cual quieren pasar el resto de sus vidas, muchas mamás se mudan con su hijo, no de forma física, sino emocional. Es así que el hijo se ve en medio de dos mujeres: su esposa y su madre.

La Biblia, en el libro de Rut, nos narra el ejemplo de una relación sana entre suegra y nuera. En la historia de Rut y Nohemí aprendemos mucho sobre la lealtad y el amor. A ambas les trajo bendición ese aprendizaje.

La sociedad automáticamente nos hace creer que todas las suegras son entrometidas, malas, invasivas y controladoras. Pero no es una realidad, conozco suegras que aman a sus nueras como a sus propias hijas; suegras que han sabido ser sabias y aprendieron que en el corazón de su hijo tienen un lugar especial. Le doy gracias a Dios por la suegra que me dio porque durante mis 21 años de matrimonio hemos llevado una relación basada en el respeto, en los límites, pero sobre todo en el amor que ambas sentimos por el mismo hombre. Ricardo ha sabido llevar ambas relaciones de una manera sabia, dándole el lugar a cada una, eso ha formado la relación que tenemos hoy. 

Tú que me lees, no sé si eres suegra, nuera o el hijo en medio de las dos mujeres más importantes de tu vida. No sé si necesitas perdonar, poner límites o seguir sembrando en la relación. Procuremos vivir en armonía, con respeto y amor; cuando permitimos la ayuda de Dios se puede lograr. Recordemos lo que nos enseña la Palabra de Dios en Salmos 133:1: “¿Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en armonía?”.

Por Vanessa de Benecke