La ceguera matrimonial
Recientemente una pareja me pidió que los casará, pero antes de invitarme me preguntaron si yo podía entregar una invitación por ellos, porque antes de invitar a cualquier persona querían invitar a alguien más importante: se referían al Espíritu Santo. Esta pareja estaba haciendo muchas cosas bien para iniciar su vida juntos guiados por Dios y me gustó mucho la invitación que prepararon especial para Su Espíritu.
Esto me hizo cuestionar cómo muchos de nosotros tenemos una ceguera espiritual, una falta de visión de lo que queremos en nuestro matrimonio; y cómo esta pareja me enseñó a ver más allá.
Una historia peculiar de Jesús en la Biblia que quedó descrita en tres de los cuatro Evangelios me llama muchísimo la atención por la cantidad de detalles incluidos, y que además habla sobre la discapacidad visual de una persona llamada Bartimeo. Los invitó a leerla en Marcos 10:46-52.
Una discapacidad visual te margina, te bloquea, te impide acceder a otras dimensiones y crea necesidades que no pueden ser suplidas. Igual sucede en nuestro matrimonio cuando hay falta de visión, cuando no podemos ver más allá de un problema económico o de salud: no podemos ver más allá y deseamos terminar en divorcio. Un problema de hoy nos parece imposible de solucionar, nos hace apartarnos y hasta mendigar amor.
Pero hay buenas noticias: Jesús está pasando cerca y si estás leyendo esto tienes las mismas oportunidades de Bartimeo de ver un milagro.
Lo que aprendí a hacer en medio de una necesidad, cuando veo imposibles, es clamar a quien me puede ayudar. Un super detalle que me gusta muchísimo de la historia de Bartimeo es que, a pesar de que todos sabían que estaba ciego, Jesús aún le pregunta: “¿Qué quieres que haga?” Es de suma importancia que nos acerquemos a Jesús para buscar ayuda, pero más importante es reconocer cuál es nuestro problema, nuestra debilidad. Si estás sufriendo específicamente de adiciones que están dañando tu matrimonio, te invito a que se lo confieses a Cristo. Hay poder en nuestras palabras y cuando hablamos activamos nuestra fe.
Bartimeo declaró su necesidad ante Jesús y recibió perdón de pecados, y esa libertad lo hizo obedecerle. “Vete, tu fe te ha salvado”. Muchos no se hubieran ido, pues no habían recuperado su vista. No habían visto su milagro, pero había algo dentro de Bartimeo que lo hizo obedecer a Jesús. Al instante que obedeció recibió su milagro.
Lo que más nos cuesta de acercarnos a Cristo es reconocer que debemos obedecerlo y hacer cambios en nuestra vida. Al hacerlo, recibimos lo mejor, vemos milagros suceder en nuestro matrimonio, nuestra pareja y nuestra familia. Acércate a Jesús, búscalo, llama Su atención con tu fe, obedécelo y verás milagros ocurrir en tu casa.
Rony Alvarez
Cabeza de red en la Red de Matrimonios Jóvenes
Casa de Dios