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El matrimonio feliz ¿cómo se logra? – Parte 1

Por Ramon Mayorga

Quizás usted haya escuchado que la mitad de los matrimonios hoy en día terminan en divorcio, con cónyuges amargamente disgustados y niños confundidos. ¡No deje que esto le suceda! Ya sea que su matrimonio esté pasando por momentos difíciles, que su hogar sea un nido de felicidad o que usted sea soltero y esté pensando en casarse, estos consejos gratuitos le ayudarán en su matrimonio. ¡Provienen directamente de Dios, el Creador del matrimonio! Si usted ha probado muchas alternativas, ¿por qué no le concede a Dios una oportunidad?

Lea estos seis consejos y salve su hogar 

  1. La regla de Dios es clara: los que se casan deben dejar a padre y madre y establecer su propio hogar, aun cuando las finanzas exijan que sea en un apartamento de una sola pieza. El esposo y la esposa deben decidir juntos sobre estos asuntos. Deberán informar a sus padres y luego deben permanecer firmes, no importa quién se oponga. Miles de divorcios podrían evitarse si esta regla se siguiera.

    Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”. (Génesis 2:24)

  2. Continúe (o tal vez reviva) las cortesías propias del noviazgo durante la vida de casados. Un matrimonio de éxito no ocurre por arte de magia: debe desarrollarse. No dé por sentado el amor de su cónyuge: expréselo, o de otra manera la monotonía destruirá el matrimonio. Ocúpese de que el amor crezca o morirá y terminarán separándose. Pasen tanto tiempo juntos como sea posible. Si se quieren llevar bien, aprendan a saludarse con entusiasmo. Tomen momentos de descanso, coman, conversen y salgan a pasear juntos. No descuiden las pequeñas cortesías y los pequeños actos que puedan realizar para animarse el uno al otro y para demostrarse afecto. Sorpréndanse mutuamente con pequeños regalos. Trate cada uno de sobrepasar el amor del otro. No retiren del matrimonio más de lo que depositan en él. El divorcio en sí mismo no es el principal destructor del hogar, pero sí lo es la falta de amor. Si se le da una oportunidad, el amor siempre triunfa.

    “Ante todo, tened entre vosotros ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados”. (1 Pedro 4:8)

  3. ¿Casi ha desaparecido el amor en el hogar? El diablo (ese nefasto destructor de hogares) es responsable de esto. No olviden que Dios mismo los unió en matrimonio y el plan de él es que permanezcan juntos y felices. Él traerá felicidad y amor a sus vidas si obedecen sus reglas divinas y sus mandamientos. Para Dios todo es posible (Mateo 19:26). No se desesperen. Cristo dijo:

    “Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre”. (Mateo 19:5-6)

  4. Los malos pensamientos destruirán el matrimonio. El diablo intentará atraparlos con pensamientos como éstos: “Nuestro matrimonio fue un error”, “Ella no me entiende”, “No puedo soportar mucho más estas cosas”, “De todos modos podemos divorciarnos si es necesario”, “Me iré de vuelta a la casa de mis padres”. Abandone esa clase de pensamientos porque destruirán su hogar, ya que sus pensamientos y sentidos gobiernan sus acciones. Evite ver, decir, leer o escuchar cualquier cosa que sugiera impureza o infidelidad, o asociarse con cualquier persona que lo insinúe. Los pensamientos descontrolados son como un automóvil en neutro en una pendiente. Cualquier cosa puede ocurrir y el resultado será siempre desastroso.

    “Todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre… en esto pensad”. (Filipenses 4:8)

  5. Permanecer enojados el uno con el otro por ofensas pequeñas o grandes, es peligroso. Incluso los problemas más pequeños se arraigan en la mente como convicciones y actitudes que afectarán adversamente toda su filosofía de la vida. Por eso Dios nos pide que eliminemos todo enojo antes de retirarnos a dormir. Sean lo suficientemente nobles para perdonar y decir con sinceridad: “Perdóname”. Después de todo, nadie es perfecto. Reconozcan el error cuando lo cometan. Además, reconciliarse es una experiencia muy agradable.

    “No se ponga el sol sobre vuestro enojo”. (Efesios 4:26)

  6. Esta es la gran regla que en realidad cubre todas las demás: pongan a Cristo en el primer lugar. El verdadero secreto de la felicidad en el hogar no es diplomacia, estrategia y esfuerzos incansables por vencer problemas, sino más bien la unión con Cristo. Los corazones llenos del amor de Dios nunca pueden estar muy separados el uno del otro. Con Cristo en el hogar, el matrimonio tendrá éxito. El Evangelio es el remedio eficaz para todos los matrimonios que están llenos de odio y amargura. El Evangelio previene miles de divorcios restaurando milagrosamente el amor y la felicidad. También salvará su hogar si usted pone de su parte.

    “Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican”. (Salmos 127:1)