El atol de elote de mi abuela
Era una tarde cualquiera en la casa de mi abuela cuando sentimos ese olor particular en la cocina: tortilla recién salida del comal y frijoles volteados. Mi abuela se distinguía por ser muy buena cocinera y ese día nos quería sorprender con un delicioso atol de elote. Transcurrió la tarde y ella seguía cocinando. Mi hermano y yo nos acercamos a la cocina para ver si ya estaba listo el atol, pero vimos una escena que hasta el día de hoy tengo presente. Mi abuela estaba con gripe y justo en ese momento vemos en cámara lenta caer la mucosidad al recipiente en donde ella estaba colando el elote. Luego de limpiarse la nariz con las manos, vuelve a meterlas y sigue su trabajo. Nos volteamos a ver con mi hermano y salimos corriendo. De repente se nos quito el antojo del atol de elote. Cuando veo un atol de elote recuerdo a mi abuela.
El papel de los abuelos va mucho más allá de hacerse cargo de los nietos cuando los padres no pueden. Los abuelos transmiten valores, enseñan conocimientos y experiencias nuevas con mucho amor; aprendemos tanto que representan ese lugar especial, casi mágico, donde redescubrimos el mundo. Convivir con ellos es una experiencia única y enriquecedora. Mis hijos han crecido con grandes abuelos, cada uno a aportado a sus vidas momentos especiales y únicos.
La Biblia habla de los abuelos, pero proporciona ejemplos específicos de los abuelos y sus interacciones con sus nietos. Proverbios 17: 6 dice: «La corona de los viejos son sus nietos» y el Salmo 127:3 se refiere a los «frutos del vientre» como «una recompensa». Entonces, ser un abuelo es una bendición. Es un honor haber criado a un niño que da a luz a otra generación de niños y haber vivido lo suficiente para presenciarlo.
Aunque la relación entre los abuelos y los nietos es maravillosa, en ocasiones surgen problemas entre los padres y los abuelos por determinados factores como la forma de educar, los permisos, la alimentación, el tiempo de cuidado de los nietos, etc. Tanto los padres como los abuelos deben respetar los límites establecidos. Lo importante es tener buena comunicación entre ambas partes y dejar en la mente de los nietos ese olor al flan de la abuelita, ese calor que da la frazada tejida por ella, esas historias que contaba el abuelo o, como yo, ese atol de elote con un ingrediente especial que me recuerda que crecí con una persona con canas que nos consentía y hacía sentir bienvenidos.
Por Vanessa de Benecke