Por favor, papá y mamá, quítense los audífonos
Hace poco una amiga me comentó que su hijo le contó una situación que estaba viviendo con una jovencita. Ella le dio su consejo y le dijo que platicara con su papá. Para su sorpresa, él le contestó: “Mamá, con él no se puede hablar. No sé cómo comunicarme con él. Cuando le hablo se enoja y ya no me escucha más”.
Como padres no nos tomamos el tiempo de escuchar con atención a nuestros hijos. Hagámoslos sentir que lo que cuentan es importante, aun si es tan simple como: “Mamá, hoy perdí mi lápiz favorito” o “Papá, hoy me ofrecieron drogas”.
Ahora bien, quiero que pienses qué le contestarías a tu adolescente si te cuenta algo parecido a lo que mencioné antes. Solemos interrumpir y dar lecciones, pero no terminamos de escuchar qué piensan ellos. No pensamos en qué sienten respecto a lo que nos están contando. Olvidamos que ellos tienen soluciones. Démosles el tiempo de expresarse sin miedo a ser condenados, juzgados o anulados.
La tecnología ha avanzado mucho; en el mercado existen audífonos que pueden cancelar el sonido exterior. Como padres pareciera que tuviéramos uno de estos audífonos cuando nuestros hijos nos hablan: solo escuchamos lo que nosotros queremos y no validamos la conversación con ellos.
En los primeros años de vida es fundamental sembrar una buena comunicación con nuestros hijos: diálogo adecuado de escucha y respeto. Cuando estén en una etapa más grande tendrán una buena base para hablar de cualquier tema. Ricardo y yo nos propusimos ser una de las primeras opciones para ellos cuando necesiten ser escuchados y validados. Sin miedo a equivocarme, creo que vamos por un buen camino.
Si quieres conectarte con tus hijos, aprende a escuchar. En Mateo 12:34 dice: “…de la abundancia del corazón habla la boca”. Si aprendemos a escuchar nos sorprenderemos de lo que podemos encontrar en sus corazones. Escuchemos lo que ellos dicen y cómo lo dicen. Si te fijas en su tono de voz y sus gestos podrás saber cómo se sienten. Podrás saber cómo abrir su corazón y llegar al fondo del problema para tratarlo con amor. Recuerda: escuchar no es solo entender, es llegar al corazón.
Vanessa de Benecke