No hay sueños imposibles solo personas que no sueñan
Tengo muchos recuerdos de mi infancia. Recuerdo subirme al techo de mi casa y hablar sola a mis 10 u 11 años, muchas veces llorando. Creía que no me iba a casar, que no habría un hombre que me quisiera, que no sería una profesional, etc. Quería una vida diferente, pero no sabía cómo soñarla. Es normal que durante la infancia tengamos sueños, pero yo no los tenía. No recuerdo qué quería ser cuando fuera grande, tampoco soñé con una boda de cuentos de hadas o imaginarme de viaje. Haber sido una niña poco soñadora me limito por mucho tiempo.
Una persona que perdió su capacidad de soñar es una que no tiene metas ni objetivos que cumplir. Es decir, tendrá problemas serios para motivarse y seguir adelante. El afán por hacer realidad nuestros anhelos es un motor potente que nos da enfoque y fuerzas para avanzar.
Te pregunto hoy: ¿Qué sueños tienes? ¿Sueñas con un matrimonio conforme a la voluntad de Dios, con tu negocio, tu casa, ver a tus hijos ser profesionales? ¿Perdiste toda esperanza? Quizás has dejado que las circunstancias adversas anulen tus ganas de soñar. Podemos encontrar obstáculos que nos frenen y gente que querrá que no continuemos que nos hagan dudar y muchas veces caer. Olvidemos nuestros anhelos y aspiraciones.
No permitas que alguien te diga “Tú no puedes”. ¡Sí se puede! Prepárate, estudia, infórmate, cree, lucha y construye tus sueños. Cree en ti así como lo hace Jesús. Nuestras fuerzas no son suficientes, tengamos a Dios de nuestra parte porque estamos llamados para triunfar. Aunque haya problemas y dificultades: “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó” (Romanos 8:37).
Cuando sientas ganas de tirar la toalla y que no puedes más, mira al cielo y háblale a Dios. Permite que Él cargue tu peso. A partir de ese momento Su fuerza te inundará tanto que te dará el coraje para levantarte y seguir hacia adelante. Cuando conocí al Señor comencé a soñar. Ahora lo hago en grande y les enseño a mis hijos la importancia de luchar por sus sueños de Su mano.
Hagamos un equipo con el Señor para cumplir lo que anhelamos. Él te conoce y sabe cuáles son tus sueños. Te brinda todas las herramientas necesarias para que sean una realidad. Como dice en Salmos 37:4: “Deléitate asimismo en Jehová y Él te concederá las peticiones de tu corazón”.
Vanessa de Benecke