Dolor o sufrimiento en el matrimonio
Escribo unas líneas del tema porque lo es parte de mi experiencia y también he sufrido las consecuencias. Es necesario diferenciar estos términos en el ámbito emocional y sicológico, entendiendo que el dolor es inevitable y el sufrimiento es opcional. Es una dicotomía, la una o la otra, no hay opción neutral y cada uno decide con sus acciones qué camino tomar.
Por ejemplo, para una persona con la adicción al alcohol que deja de hacerlo, le provoca dolor y recaer en su adicción le provoca sufrimiento. En tanto, el dolor construye, forma, habilita, libera, sana, alimenta la auto estima y produce madurez. De otro lado, el sufrimiento, destruye, corroe, ata, enferma, alimenta la baja auto estima y enferma el alma, lo que hace a una persona infeliz con amargura, insatisfecha, que no está de acuerdo y se queja por todo y por nada.
En el matrimonio sucede lo mismo, cuando optamos por llevar la fiesta en paz y no sentir dolor ante la incomodidad de abordar puntos que son importantes y ponerse de acuerdo en los límites que son vitales en la relación, en las finanzas, en la administración, por poner algunos ejemplos. Entonces, se gesta el sufrimiento en ambos o uno de los dos conyugues, sintiendo malestar, insatisfacción y eso va enfermando la relación poco a poco hasta la división y la destrucción del matrimonio.
Aquí podríamos decir que no tiene nada que ver la carne ni el mundo, sino cada uno en lo individual y ni el diablo se mete porque está feliz, que sin su ayuda un matrimonio va camino a la infelicidad y la amargura. ¿Qué es mejor, el dolor que se genera por ejercer el dominio propio o el sufrimiento por ser permisivos?, para luego llorar como niños por las consecuencias de no haber actuado como adultos.
Reitero que escribir sobre esto no significa estar exento del problema, porque esto es algo de todos los días, como dice un axioma “un día a la vez”. En consecuencia, el dolor o el sufrimiento están inmersos en cada decisión, en cada conversación y saben cómo se alimenta el uno o el otro con abordar el tema ahora o procrastinar.
Así que de cada uno de nosotros depende, si queremos detener el sufrimiento y sus consecuencias o asumir el dolor del crecimiento en el matrimonio. Si cada conyugue se dispone a realizar una lista de los puntos que considera importantes que están afectando su relación matrimonial, si están en la capacidad de empezar a abordarlos o es oportuna la ayuda profesional, no se detengan, que acción es la palabra mágica.
Finalmente, recuerde lo que dice Santiago 1:5, que si necesitamos sabiduría se la pidamos a Dios, porque el dolor es para pasar a un siguiente nivel de unidad a la cual tenemos acceso por derecho propio.
Por Donaldo Ruiz, líder en la red de matrimonios jóvenes