De ese tema no se habla en casa
Hace poco tuve la oportunidad de compartir en un taller sobre el tema: cómo hablar de sexo con los hijos. Es un tópico que para muchos padres es muy incómodo, y por lo mismo, no lo hablan con libertad. Es nuestra responsabilidad, no de terceras personas o de la institución educativa, abordar este tipo de temas con naturalidad y sin religiosidad. Hay que hablarlo, tanto desde el punto de vista biológico como bíblico. Por lo mismo, debemos capacitarnos, investigar y así estar listos para cuando llegue ese momento.
Recuerdo la primera vez que leí algo referente a este tema en la puerta del baño del colegio, yo tenía 10 años. En mi inocencia lo conté en pleno almuerzo, mi mamá con cara de asustada me dijo: vamos al cuarto. Y allí me explicó todo. Esto fue hace 39 años, no había Google ni tanto acceso a la información. Su explicación fue corta, clara y directa. Si la reacción de mi mamá hubiera sido regañarme por hablar del tema, quizá mi curiosidad de niña me habría llevado a preguntar por otro lado.
Y este es el peligro, ya que, si nosotros no abordamos el tema, los hijos obtendrán la información, y no precisamente, de la manera correcta. En este punto es donde como padres, debido a nuestro temor, podemos decir: ese tema no se habla en casa.
Hoy en día, con un solo clic nos encontramos con información e imágenes no deseadas, ni aptas para todas las edades. Nunca olvidaré cuando mi hijo estaba por cumplir un año. Yo quería imprimir unas imágenes de un personaje llamado “Barney”, me dirijo a Google y al poner el nombre, quedé sorprendida. No solo me apareció el personaje, sino varias mujeres semidesnudas que, casualmente, se llamaban Barney. En ese momento empecé a educarme y a buscar información correcta para ese momento en que mi hijo me preguntara acerca del sexo.
Y ese momento llegó muy pronto. Uno de mis hijos cuando tenía ocho o nueve años, repentinamente, durante una cena hizo la pregunta: ¿qué es el sexo? Nos volteamos a ver con Ricardo y yo le regresé la pregunta: ¿a qué te refieres, donde oíste de eso? —Con un tono tranquilo—, te confieso que por dentro estaba muy nerviosa. Su respuesta fue: es que en una hoja decía: sexo… femenino o masculino. Estoy segura de que en el ambiente se sintió un suspiro de alivio, allí le dimos la respuesta. Pero esa misma semana abordamos el tema con él, sabíamos que era el tiempo y nos fue muy bien. Oramos, nos capacitamos y lo hablamos.
Recuerda, antes de contestar y dar toda la explicación, escucha con atención cuál es la pregunta y ese es el punto de partida para dar la respuesta. Proverbios 1:8 (RVR 1960) dice: Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no desprecies la dirección de tu madre. Así que procuremos instruir y orientar a nuestros hijos en todas las áreas de la vida. Dios te respalda y te llena de gracia y favor.
Por Vane Benecke