Aves enjauladas

“Los pájaros que nacen en una jaula creen que volar es una enfermedad”. Esta frase la dijo el bibliotecario Jesús Alberto Donjuán Olvera. También menciona que un pájaro criado en jaula, si lo llegas a liberar, lo más seguro es que se muera; no podría volar muy alto ni rápido, puesto que no está acostumbrado; muy pronto sería víctima de otros animales, porque ni siquiera tiene una idea base de cómo buscar su alimento.

¿Por qué te hablo de las aves y su cautiverio? Porque se puede asemejar a la crianza que tengamos con nuestros hijos. Como padres queremos lo mejor para ellos. Desde que soñamos con ser padres, empezamos a diseñar la vida que queremos que ellos tengan, desde el nombre que tendrán hasta la carrera que van a estudiar, y es allí donde los hijos son propensos a vivir a la altura de lo que esperamos de ellos. Pero llega el día en que los debemos dejar ir para verlos cumplir sus sueños, no los nuestros.

Si nosotros como padres no formamos a nuestros hijos para que sean independientes y maduren conforme van creciendo, les estaremos haciendo un daño muy grande. Serán como esas aves que no saben defenderse del mundo exterior y se convertirán en adultos que aún viven con sus padres o que, al casarse, viven en una codependencia emocional con su pareja. Y el resultado en ambas es que son adultos infelices que no se realizan. Algunas personas pueden depender de sus padres por razones emocionales. Esto podría incluir ansiedad, depresión o una falta de confianza en su capacidad para afrontar los desafíos de vivir solos.

La protección emocional que ofrecen los padres puede hacer que los hijos no busquen la independencia. Y es que, al llegar a una edad, como padres debemos hacernos a un lado y dejar que nuestros hijos vuelen solos, que cometan errores, que aprendan de ellos, que tomen decisiones trascendentales en sus vidas.  Pero todo esto es algo que se va sembrando desde que son bebés. Desde pequeños hay que enseñarles el sentido de la responsabilidad conforme a su edad, para que cuando crezcan puedan valerse por sí mismos.

Según la psicología, el término «hijos castrados emocionalmente» se refiere a un fenómeno en el que los padres, de manera consciente o inconsciente, afectan profundamente la autoestima, la autonomía y el desarrollo emocional de sus hijos. Esto ocurre a través de actitudes o comportamientos controladores, sobreprotectores o manipulativos que limitan la capacidad de los hijos para desarrollarse de manera independiente y saludable emocionalmente. Este tipo de dinámica familiar puede tener efectos perjudiciales a largo plazo en la vida de una persona.

Para mí no ha sido fácil ver a mis hijos alzar sus alas y volar; aunque sé que hemos cometido errores como padres, los veo desenvolverse y veo que van por buen camino, pero todo esto no sería posible si no involucramos a Dios en la crianza. Como lo dice Proverbios 22:6 (TLA): Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará. 

Hoy es un buen día para que abramos esa jaula, y confiemos en Dios sabiendo que, una vez entregados en las manos de Dios, todo les ayudará a bien y serán adultos realizados en su propósito.

Por Vanessa de Benecke